Semillas: el futuro escondido bajo tierra
Las semillas conservadas en bancos como Svalbard y el Millennium Seed Bank protegen la biodiversidad agrícola y la seguridad alimentaria ante el cambio climático y nuevas plagas. En este artículo exploramos por qué son una “póliza de seguro” para nuestro futuro alimentario, cómo funcionan estos bancos y qué puedes hacer para apoyar la diversidad cultivada.
Cuando pensamos en el futuro de la comida, solemos imaginar drones sobrevolando campos, sensores IoT o hamburguesas cultivadas en laboratorio. Sin embargo, la pieza silenciosa del sistema son las semillas. En ellas reside la memoria genética de los cultivos, su capacidad de adaptación y la promesa de rendimientos estables en condiciones cambiantes. Por todo el mundo existen bancos de semillas que actúan como cápsulas del tiempo, preservando variedades tradicionales y silvestres que podrían perderse bajo la presión de un modelo agrícola cada vez más homogéneo.
Por qué los bancos de semillas importan
Los bancos de semillas son infraestructuras científicas y logísticas dedicadas a recolectar, catalogar, secar, empacar y almacenar semillas a largo plazo. Su objetivo es salvaguardar la biodiversidad agrícola, una base genética que permite desarrollar cultivos más resistentes a sequías, plagas, enfermedades y suelos degradados. Si una nueva amenaza surge —un patógeno desconocido, una ola de calor prolongada—, las variedades conservadas ofrecen genes valiosos para el mejoramiento y la restauración.
- Svalbard Global Seed Vault (Noruega): construido en el Ártico, aloja duplicados de colecciones de todo el mundo en condiciones estables de temperatura y humedad. Sitio oficial.
- CIMMYT (México): referente mundial para la conservación de la diversidad de Zea mays (maíz) y Triticum (trigo). Su banco respalda seguridad alimentaria en regiones vulnerables. Sitio oficial.
- Millennium Seed Bank (Reino Unido): proyecto de Kew que prioriza especies silvestres, clave para restauración ecológica y futura domesticación. Información.
El riesgo de la uniformidad
La agricultura moderna, orientada a maximizar rendimiento y estandarización, depende de un conjunto relativamente pequeño de variedades comerciales. Este enfoque ha permitido alimentar a más personas, pero también genera vulnerabilidad sistémica: la uniformidad genética aumenta el riesgo de fallos simultáneos si aparece una plaga agresiva o si el clima cambia bruscamente. Las landraces (variedades locales) y parientes silvestres, conservadas en bancos y por comunidades, contienen rasgos de tolerancia a sequía, salinidad o heladas, además de resistencias específicas a enfermedades. Sin esa reserva genética, la capacidad de respuesta se reduce.
Comunidades que custodian la diversidad
Los bancos institucionales no están solos. Redes ciudadanas y organizaciones sin ánimo de lucro desempeñan un papel crucial en la conservación in situ y el intercambio responsable de semillas: Seed Savers Exchange (EE. UU.), Kokopelli (Francia) o Navdanya (India) promueven huertos vivos que mantienen y renuevan la diversidad temporada tras temporada. Este trabajo complementa la conservación ex situ (en cámaras frías), asegurando que las semillas sigan evolucionando en campo.
Beneficios clave de conservar semillas
- Resiliencia climática: genes de tolerancia a estrés hídrico, térmico o salino para afrontar extremos meteorológicos.
- Seguridad y soberanía alimentaria: base para diversificar cultivos y reducir la dependencia de pocas variedades.
- Innovación sostenible: materia prima genética para programas de mejoramiento con enfoque agroecológico.
- Patrimonio cultural: recuperación de sabores, usos culinarios y saberes locales asociados a variedades tradicionales.
Cómo funcionan los bancos de semillas
El proceso de conservación incluye recolección (con permisos y buenas prácticas), limpieza, secado controlado, pruebas de viabilidad, envasado hermético y almacenamiento a baja temperatura y humedad. Periódicamente se realizan germinaciones de control para evaluar la viabilidad y, si es necesario, se multiplica material en campo o invernadero para renovar lotes. La trazabilidad es estricta: cada acceso se etiqueta con datos de origen, condiciones y protocolos. Esta disciplina asegura que, cuando se necesite, la semilla esté lista para ser reintroducida o usada en investigación y mejoramiento.
Buenas prácticas para apoyar la diversidad
Si cultivas un huerto o participas en redes comunitarias, puedes contribuir: selecciona variedades locales adaptadas a tu clima, guarda semillas siguiendo guías fiables y comparte material de forma legal y responsable. Evita la contaminación cruzada entre variedades cuando corresponda (por ejemplo, con distancias de aislamiento o embolsado de flores). Documenta tus prácticas: fecha, parcela, condiciones meteorológicas, notas de sabor y productividad. A pequeña escala, estos registros son oro para la mejora participativa.
Dónde saber más
- Svalbard Global Seed Vault
- Millennium Seed Bank (Kew)
- CIMMYT
- FAO: Tratado sobre Recursos Fitogenéticos
Artículos relacionados
Sobre el autor
Josito — Igualada (Barcelona). Escribo sobre medioambiente, agricultura sostenible e innovación. Si quieres charlar o proponer temas, visita la página de Contacto.
Este artículo es informativo. Consulta la Política de Privacidad y el aviso de cookies. No se incentiva el clic en anuncios. Las menciones a entidades son informativas y no promocionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Que opinas?